Las emociones no se aprenden por apuntes hay que vivirlas

Las emociones no se aprenden por apuntes hay que vivirlas

Las emociones en el aprendizaje

La empatía es un concepto amplio que se refiere a las reacciones cognitivas y emocionales de un individuo ante las experiencias observadas de otro. Tener empatía aumenta la probabilidad de ayudar a los demás y mostrar compasión. “La empatía es uno de los pilares de la moralidad: para que las personas sigan la Regla de Oro, les ayuda ponerse en el lugar de otra persona”, según el Greater Good Science Center, un instituto de investigación que estudia la psicología, la sociología y la neurociencia del bienestar. “También es un ingrediente clave de las relaciones exitosas porque nos ayuda a entender las perspectivas, necesidades e intenciones de los demás”.

Aunque puedan parecer similares, hay una clara distinción entre empatía y simpatía. Según Hodges y Myers en la Enciclopedia de Psicología Social, “la empatía suele definirse como la comprensión de la experiencia de otra persona imaginándose a uno mismo en la situación de esa otra persona: Uno entiende la experiencia de la otra persona como si la estuviera experimentando uno mismo, pero sin experimentarla realmente. Se mantiene una distinción entre el yo y el otro. La simpatía, por el contrario, implica la experiencia de conmoverse o responder en sintonía con otra persona”.

Psicología de las emociones

Las emociones se confunden a menudo con los sentimientos y los estados de ánimo, pero los tres términos no son intercambiables. Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la emoción se define como “un patrón de reacción complejo, que implica elementos experienciales, conductuales y fisiológicos”. Las emociones son la forma en que los individuos se enfrentan a asuntos o situaciones que consideran personalmente significativos. Las experiencias emocionales tienen tres componentes: una experiencia subjetiva, una respuesta fisiológica y una respuesta conductual o expresiva.

  Los sentimientos y las emociones en el proceso de mediación

Los sentimientos surgen de una experiencia emocional. Como la persona es consciente de la experiencia, ésta se clasifica en la misma categoría que el hambre o el dolor. Un sentimiento es el resultado de una emoción y puede estar influenciado por recuerdos, creencias y otros factores.

La APA describe un estado de ánimo como “cualquier estado emocional de corta duración, normalmente de baja intensidad”. Los estados de ánimo se diferencian de las emociones porque carecen de estímulos y no tienen un punto de partida claro. Por ejemplo, los insultos pueden desencadenar la emoción de la ira, mientras que un estado de ánimo de ira puede surgir sin causa aparente.

Sentimiento vs. emoción

Un desarrollo emocional sano se caracteriza por un aumento gradual de la capacidad de percibir, evaluar y gestionar las emociones. Se trata de un proceso biológico impulsado por cambios físicos y cognitivos y muy influido por el contexto y el entorno. Durante la adolescencia, los jóvenes suelen ser más conscientes de sus propios sentimientos y de los de los demás, pero estas percepciones pueden ser todavía tenues. Los adultos a veces esperan que los adolescentes eviten que sus emociones interfieran en su rendimiento en la escuela, el trabajo y otras actividades, pero hacerlo puede ser un reto en un entorno complejo. Algunos adolescentes pueden estar entusiasmados por asumir nuevos retos a medida que se vuelven más independientes, mientras que otros pueden necesitar más apoyo para desarrollar su confianza. El proceso de desarrollo emocional da a los adolescentes la oportunidad de construir habilidades, descubrir cualidades únicas y desarrollar fortalezas para una salud óptima.

  Frases celebres de emociones

Hormonas. Estas sustancias químicas fundamentales del cerebro que provocan cambios físicos también afectan al estado de ánimo de los adolescentes y aumentan sus respuestas emocionales. Estas características juntas significan que los adolescentes se dejan llevar más fácilmente por las emociones y tienen dificultades para tomar decisiones que los adultos consideran apropiadas.1 La adolescencia también es una época de cambios rápidos y a veces estresantes en las relaciones con los compañeros, las expectativas escolares, la dinámica familiar y las preocupaciones de seguridad en las comunidades. El cuerpo responde al estrés activando hormonas y actividades específicas en el sistema nervioso para que la persona pueda responder rápidamente y rendir bien bajo presión. La respuesta al estrés es más rápida en los adolescentes que en los adultos, cuyo cerebro está completamente desarrollado y puede moderar la respuesta al estrés. No todos los factores de estrés son malos. Las experiencias positivas, como conseguir un primer trabajo o el permiso de conducir, pueden desencadenar una respuesta al estrés que permita a los adolescentes afrontar un reto con agudeza y concentración.

Lista de emociones

Gestionar eficazmente las emociones es una habilidad clave para el liderazgo. Y nombrar nuestras emociones -lo que los psicólogos llaman etiquetar- es un primer paso importante para tratarlas con eficacia. Pero es más difícil de lo que parece; a muchos de nosotros nos cuesta identificar lo que sentimos exactamente, y a menudo la etiqueta más obvia no es en realidad la más precisa.

Hay varias razones por las que esto es tan difícil: Hemos sido entrenados para creer que las emociones fuertes deben ser reprimidas. Tenemos ciertas normas sociales y organizativas (a veces tácitas) que nos impiden expresarlas. O nunca hemos aprendido un lenguaje para describir con precisión nuestras emociones. Consideremos estos dos ejemplos:

  Sindrome del apagon emocional

Neena está en una reunión con Jared y todo el tiempo ha estado diciendo cosas que le dan ganas de explotar. Además de interrumpirla a cada momento, le ha vuelto a recordar a todo el mundo aquel proyecto en el que ella trabajó y que fracasó. Está muy enfadada.

La ira y el estrés son dos de las emociones que más vemos en el lugar de trabajo, o al menos esos son los términos que utilizamos para referirnos a ellas con más frecuencia. Sin embargo, a menudo son máscaras de sentimientos más profundos que podríamos y deberíamos describir de forma más matizada y precisa, de modo que desarrollemos mayores niveles de agilidad emocional, una capacidad fundamental que nos permite interactuar con más éxito con nosotros mismos y con el mundo (más información sobre la agilidad emocional en mi nuevo libro del mismo nombre, disponible aquí).

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