Fichas de inteligencia emocional para jóvenes
Criar a un adolescente al que le cuesta sentir empatía, al que le cuesta entender la experiencia emocional de otra persona o al que es propenso a los arrebatos emocionales extremos puede ser duro para toda la familia. La buena noticia es que la empatía y el autocontrol pueden cultivarse ayudando a su hijo a fomentar las habilidades de inteligencia emocional.
La inteligencia emocional es la capacidad de comprender las propias emociones y las de los demás. También es la capacidad de gestionar y aplicar tus emociones a la vida cotidiana. Al igual que tu coeficiente intelectual puede predecir tu rendimiento en los exámenes, tu inteligencia emocional (también llamada EQ) puede predecir tu rendimiento en situaciones sociales. La IE es lo que necesitas para mantener vivas tus relaciones y hacer otras nuevas en el futuro.
Puede que hayas oído que el CI es lo que determina tu inteligencia. Sí, tu CI te dirá cómo te irá académicamente. Aunque es muy importante ser inteligente con los libros, también ayuda ser inteligente emocionalmente.
Sacar buenas notas y leer libros escritos por las personas más inteligentes puede ayudarte en la escuela, pero ser inteligente con las personas te ayudará a tener éxito en tus relaciones… y en el trabajo. Los estudios demuestran que las personas con una alta IE tienen más probabilidades de ser contratadas, promocionadas y de ganar salarios más altos.
Hojas de trabajo de inteligencia emocional pdf
ResumenEl presente estudio exploró los efectos de una intervención experiencial sobre la inteligencia emocional en adolescentes. Una muestra de 238 adolescentes y jóvenes de 16 y 19 años se sometió a un programa de desarrollo de la inteligencia emocional (IE) compuesto por ocho ejercicios. Los ejercicios se desarrollaron basándose en el modelo de habilidades de cuatro ramas de Mayer y Salovey. Los participantes fueron evaluados antes y después de la intervención con el test de inteligencia emocional de Mayer-Salovey-Caruso. Las puntuaciones en inteligencia emocional y en tres de sus cuatro ramas relacionadas aumentaron significativamente después de la intervención. Además, los resultados revelaron que las mejoras en las puntuaciones fueron más fuertes para los participantes con puntuaciones iniciales medias en IE. Los adolescentes con niveles bajos de IE pueden beneficiarse de una intervención orientada a la experiencia para mejorar sus capacidades de percepción y gestión de sus emociones en relación con ellos mismos y con los demás. También se discuten otras conclusiones, limitaciones y perspectivas de investigación futuras.
Lecciones de inteligencia emocional
El interés por el compromiso académico ha aumentado recientemente. Esto se debe, en parte, a la implicación de esta variable en la reducción del abandono escolar y el aumento del rendimiento de los alumnos. Junto a la conexión del engagement con los indicadores de ajuste académico, destaca por su papel protector frente a conductas problemáticas de los adolescentes, como los actos delictivos y la violencia, el consumo de sustancias y los síntomas depresivos.1,2 Así, dado que se ha demostrado que el engagement de los estudiantes se posibilita a través de la intervención escolar, su estudio es de especial interés, especialmente en la educación secundaria.3
Altos niveles de compromiso en los jóvenes mejoran las competencias, habilidades y valores necesarios para el éxito académico, al mismo tiempo que reducen la participación en conductas negativas, permitiendo a los adolescentes hacer una transición exitosa a la vida adulta.6,7 Sin embargo, a pesar de su importancia, no todos los jóvenes muestran altos niveles de compromiso académico.8 Además, esta variable tiende a ser inestable, cambiando a lo largo del tiempo,9 disminuyendo al inicio de la adolescencia,10 especialmente en los estudiantes varones.11
Cómo enseñar a tu hijo adolescente la inteligencia emocional
La adolescencia es el periodo de desarrollo entre la infancia y la edad adulta y es una época de importante desarrollo físico, social y emocional (Ernst et al., 2006; García, 2010). También es una época en la que aumenta la asunción de riesgos y la reactividad emocional, combinada con una capacidad de toma de decisiones y un control de los impulsos comparativamente pobres (Steinberg, 2007; Casey et al., 2008). Se ha planteado la hipótesis de que la diferencia entre las capacidades emocionales y cognitivas durante la adolescencia explica por qué ésta puede ser una época de mayor vulnerabilidad para la aparición de trastornos afectivos y de ansiedad (Steinberg y Morris, 2001; Steinberg, 2005).
Aproximadamente uno de cada siete niños y adolescentes australianos cumplió los criterios de un trastorno mental diagnosticable durante 2013-2014, siendo los trastornos de ansiedad y el trastorno depresivo mayor los más prevalentes (Lawrence et al., 2015). Muchos más adolescentes experimentan síntomas subclínicos de ansiedad y depresión (Balazs et al., 2013). Estos trastornos tienen un impacto negativo significativo en el individuo y en la sociedad, ya que se ha demostrado que la ansiedad y la depresión se asocian a una serie de resultados negativos, entre los que se incluyen: un menor rendimiento académico (Mazzone et al., 2007; DeRoma et al., 2009); una disminución de la productividad (Beck et al., 2011; Australian Bureau of Statistics, 2013); una disminución del bienestar subjetivo (Keyes, 2005); un mayor consumo de sustancias (Burns y Teesson, 2002); y un mayor riesgo de suicidio (Kendall et al., 2004).