Adormecimiento emocional
Ser una persona emocional y liderar con el corazón pueden ser dos grandes cualidades. Apoyarnos en nuestros sentimientos nos permite ser más conscientes de nosotros mismos y nos ayuda a conectar con los demás. Pero si permitimos que nuestras emociones dicten nuestra forma de vivir la vida, esto puede conducir a la ansiedad, la depresión e incluso tener un impacto negativo en nuestra salud y nuestras relaciones.
Tardé muchos años en comprender el concepto de que todas las emociones provienen del pensamiento. Como mujer joven con baja autoestima, no me di cuenta de que mi autoconversión negativa y mi sensibilidad a las opiniones de los demás estaban teniendo un profundo efecto en mis emociones y estados de ánimo.
Después de años de pensamientos erróneos sobre quién era y qué podía ofrecer en la vida, me encontré en la consulta de mi médico con una receta de antidepresivos. Mis emociones habían tomado oficialmente el control de mi vida.
Cuando uno se encuentra en la cresta de la ola de las emociones, es importante no descartarlas. Las emociones pueden ser como niños revoltosos que necesitan atención. Una vez que los validamos, les permitimos ser vistos y tener voz.
Apagar mis emociones
Las emociones desempeñan un papel crucial en nuestras vidas. Estar en sintonía con tus emociones es algo muy bueno, y puede conducir a conexiones más profundas y a una mayor conciencia en general. Sin embargo, cuando tus emociones te controlan, pueden afectar seriamente a tu capacidad de rendimiento y de pensar con claridad en situaciones cruciales. No puedes deshacerte de tus emociones por completo, pero puedes evitar que las emociones se apoderen de tu vida.
Resumen del artículoXSi quieres carecer de emociones, intenta pensar con lógica y centrarte en los hechos, en lugar de dejarte arrastrar por las emociones, lo que te ayudará a ser objetivo. Cuando te enfrentes a una emoción no deseada, distráete levantándote y haciendo algo, como ir al gimnasio, dar un paseo o practicar un instrumento. Otra buena forma de liberar tus emociones es escribirlas en un diario o en la aplicación de notas de tu teléfono para ser más consciente de ti mismo y comprender mejor tus emociones. También puedes probar a meditar sentándote en silencio y concentrándote en tu respiración, lo que te ayudará a calmarte cuando estés estresado. Para obtener más consejos, incluyendo cómo pensar lógicamente a través de las experiencias emocionales, sigue leyendo.
Cómo apagar las emociones
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“El adormecimiento emocional es el proceso mental y emocional de apagar los sentimientos y puede experimentarse como un déficit de respuestas emocionales o de reactividad”, explica Mayra Mendez, PhD, LMFT, psicoterapeuta licenciada y coordinadora de programas en el Centro de Desarrollo Infantil y Familiar Providence Saint John’s.
A menudo, el entumecimiento es temporal. Sin embargo, para algunos, el adormecimiento emocional se convierte en una estrategia para protegerse de más dolor emocional o físico. Aunque puede proporcionar un alivio temporal, aprender a lidiar con los sentimientos difíciles de esta manera puede tener consecuencias duraderas.
Las personas con insensibilidad emocional pueden utilizar estrategias para resistirse a enfrentarse a sus emociones. Incluso si lo hacen de forma inconsciente, pueden utilizar comportamientos evasivos y alejarse de ciertas personas o situaciones. Es posible que se encuentren en un estado de negación, que es un mecanismo de defensa común que las personas utilizan para evitar los desencadenantes emocionales y los sentimientos negativos.
Desapego emocional
Gestionar eficazmente las emociones es una habilidad clave para el liderazgo. Y nombrar nuestras emociones -lo que los psicólogos llaman etiquetar- es un primer paso importante para tratarlas con eficacia. Pero es más difícil de lo que parece; a muchos nos cuesta identificar lo que sentimos exactamente, y a menudo la etiqueta más obvia no es la más precisa.
Hay varias razones por las que esto es tan difícil: Hemos sido entrenados para creer que las emociones fuertes deben ser reprimidas. Tenemos ciertas normas sociales y organizativas (a veces tácitas) que nos impiden expresarlas. O nunca hemos aprendido un lenguaje para describir con precisión nuestras emociones. Consideremos estos dos ejemplos:
Neena está en una reunión con Jared y todo el tiempo ha estado diciendo cosas que le dan ganas de explotar. Además de interrumpirla a cada momento, le ha vuelto a recordar a todo el mundo aquel proyecto en el que ella trabajó y que fracasó. Está muy enfadada.
La ira y el estrés son dos de las emociones que más vemos en el lugar de trabajo, o al menos esos son los términos que utilizamos para referirnos a ellas con más frecuencia. Sin embargo, a menudo son máscaras de sentimientos más profundos que podríamos y deberíamos describir de forma más matizada y precisa, de modo que desarrollemos mayores niveles de agilidad emocional, una capacidad fundamental que nos permite interactuar con más éxito con nosotros mismos y con el mundo (más información sobre la agilidad emocional en mi nuevo libro del mismo nombre, disponible aquí).