Cómo afectan las emociones al cuerpo
Para los médicos nunca ha sido un problema relacionar las emociones con la enfermedad física después de que ésta se haya producido. El paciente queda desolado por la noticia de que tiene cáncer, traumatizado por un accidente o una operación, deprimido por la pérdida de funcionalidad tras un infarto.
Hasta hace poco, la idea de que las dificultades emocionales se producen antes de que se desarrolle la enfermedad física y sean un factor causal ha sido menos aceptada por la profesión médica. Sin embargo, la demostración de los vínculos entre el estrés y el sistema inmunitario ha cambiado esa situación. Ahora, se acepta mucho más que una resistencia inmunitaria disminuida puede preparar el terreno para muchas enfermedades y trastornos físicos diferentes. Pero eso sólo se refiere a un tipo de situación emocional (el estrés) y a un sistema físico (el sistema inmunitario). Es probable que haya una serie de dificultades emocionales que operan a través de una serie de sistemas físicos que pueden afectar al desarrollo de enfermedades físicas.
La tercera área, la más confusa, es la manifestación o los síntomas de la enfermedad física. Los pacientes saben que los médicos quieren oír hablar de los síntomas físicos. Muchas encuestas demuestran que en la atención primaria y secundaria, los pacientes presentan a los médicos síntomas de enfermedades físicas en las que las cuestiones emocionales ocupan un lugar central. Pueden someterse a numerosas pruebas y evaluaciones físicas sin que surja un diagnóstico médico claro. Las emociones no son sólo eventos mentales; afectan al cuerpo. Tienen manifestaciones físicas y afectan al metabolismo, el sistema endocrino, la digestión, la respiración, el ritmo cardíaco y la tensión muscular.
Cómo afectan las emociones negativas a tu salud
El estrés es una respuesta normal a las presiones o exigencias de la situación, especialmente si se perciben como amenazantes o peligrosas. El estrés es el resultado de las sustancias químicas del cerebro, llamadas hormonas, que recorren el cuerpo. Estas hormonas hacen que la gente sude, respire más rápido, tense los músculos y se prepare para actuar. Cuando esto ocurre, el sistema de alarma incorporado de una persona -su respuesta de “lucha o huida”- se activa para protegerla.
Una cierta cantidad de estrés es una parte normal de la vida diaria. Pequeñas dosis de estrés ayudan a las personas a cumplir los plazos, a prepararse para las presentaciones, a ser productivas y a llegar a tiempo a los acontecimientos importantes. Sin embargo, el estrés a largo plazo puede resultar perjudicial. Cuando el estrés se vuelve abrumador y prolongado, aumentan los riesgos de sufrir problemas de salud mental y problemas médicos.
El estrés a largo plazo aumenta el riesgo de problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión, problemas de consumo de sustancias, problemas de sueño, dolor y molestias corporales como la tensión muscular. También aumenta el riesgo de problemas médicos como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, debilitamiento del sistema inmunitario, dificultad para concebir, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
Relación entre la salud emocional y la física
Sus pensamientos y emociones pueden afectar a su salud. Las emociones que se experimentan libremente y se expresan sin juicio ni apego tienden a fluir con fluidez sin afectar a nuestra salud. Por otro lado, las emociones reprimidas (especialmente las temerosas o negativas) pueden acabar con la energía mental, afectar negativamente al cuerpo y provocar problemas de salud.
Las actitudes negativas y los sentimientos de impotencia y desesperanza pueden crear estrés crónico, que altera el equilibrio hormonal del cuerpo, agota las sustancias químicas del cerebro necesarias para la felicidad y daña el sistema inmunitario. El estrés crónico puede llegar a reducir nuestra esperanza de vida. (La ciencia ha identificado ahora que el estrés acorta nuestros telómeros, las “tapas finales” de nuestras hebras de ADN, lo que nos hace envejecer más rápidamente).
La Dra. Fredrickson lleva años investigando y publicando los beneficios físicos y emocionales de la positividad, como una recuperación más rápida del estrés cardiovascular, un mejor sueño, menos resfriados y una mayor sensación de felicidad general. La buena noticia no es sólo que las actitudes positivas -como el juego, la gratitud, el asombro, el amor, el interés, la serenidad y el sentimiento de conexión con los demás- tienen un impacto directo en la salud y el bienestar, sino que nosotros mismos podemos desarrollarlas con la práctica.
Cómo afectan las emociones a nuestra vida cotidiana
La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta a nuestra forma de pensar, sentir y actuar. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones saludables.1 La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la infancia y la adolescencia hasta la edad adulta.
Aunque los términos se utilizan a menudo indistintamente, la mala salud mental y la enfermedad mental no son lo mismo. Una persona puede experimentar una mala salud mental y no ser diagnosticada con una enfermedad mental. Del mismo modo, una persona diagnosticada de una enfermedad mental puede experimentar períodos de bienestar físico, mental y social.
La salud mental y la física son componentes igualmente importantes de la salud general. Por ejemplo, la depresión aumenta el riesgo de padecer muchos tipos de problemas de salud física, en particular afecciones de larga duración como la diabetes, las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares. Del mismo modo, la presencia de afecciones crónicas puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades mentales.2
Sí, es importante recordar que la salud mental de una persona puede cambiar con el tiempo, dependiendo de muchos factores. Cuando las exigencias a las que se ve sometida una persona superan sus recursos y capacidades de afrontamiento, su salud mental puede verse afectada. Por ejemplo, si alguien trabaja muchas horas, cuida a un familiar o pasa por dificultades económicas, puede experimentar una mala salud mental.