Capacidad de controlar las emociones

Capacidad de controlar las emociones

Motivación

Sus padres pueden acabar descubriendo lo que hicieron y el niño, con toda probabilidad, acabará enfrentándose a las mismas consecuencias que intentaba evitar. En este caso, escuchar y responder a la emoción del “miedo” resultó inútil para el niño.

Sin embargo, la misma emoción (miedo) habría resultado útil para alguien que fuera perseguido por un animal salvaje en el bosque. En esa situación, correr para evitar enfrentarse a la bestia salvaje habría sido la decisión correcta.

Por lo tanto, es crucial juzgar cuándo confiar en los desencadenantes emocionales y actuar en consecuencia, y cuándo no; en otras palabras, es esencial que entendamos cómo regular o controlar nuestras emociones para poder utilizarlas de forma óptima.

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Conciencia de sí mismo

La capacidad de un niño para regular su estado emocional y sus reacciones emocionales afecta a su familia, a sus compañeros, a su rendimiento académico, a su salud mental a largo plazo y a su capacidad para prosperar en un mundo complejo.

Un niño con poca capacidad de regulación de las emociones tiene rabietas constantemente y pone en tensión la relación padre-hijo. Esto puede repercutir en el clima de todo el hogar, incluidos los hermanos o todos los que le rodean, y provocar una espiral negativa.

  Trabajar las emociones en casa

Del mismo modo, en el caso de las amistades, los niños que no tienen la capacidad de controlar sus grandes sentimientos tienen menos habilidades sociales. Les resulta más difícil hacer o mantener amigos. La incapacidad de autorregular las grandes emociones puede conducir a rasgos como la ira, el retraimiento, la ansiedad o el comportamiento agresivo.

Todo esto puede convertirse en una bola de nieve con más consecuencias negativas: Los niños que son rechazados por sus compañeros tienen un mayor riesgo de abandono escolar, delincuencia, abuso de sustancias y problemas de comportamiento antisocial1. Los que son retraídos y rechazados por sus compañeros también son más propensos a sufrir acoso escolar2.

Autorregulación emocional

La inteligencia emocional (IE) se define a menudo como la capacidad de percibir, utilizar, comprender, gestionar y manejar las emociones. Las personas con un alto nivel de inteligencia emocional pueden reconocer sus propias emociones y las de los demás, utilizar la información emocional para guiar el pensamiento y el comportamiento, discernir entre los distintos sentimientos y etiquetarlos adecuadamente, y ajustar las emociones para adaptarse a los entornos[1]. Aunque el término apareció por primera vez en 1964,[2] ganó popularidad en el exitoso libro de 1995 Inteligencia emocional, escrito por el periodista científico Daniel Goleman. Goleman definió la IE como el conjunto de habilidades y características que impulsan el rendimiento del liderazgo[3].

La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de percibir, controlar y evaluar las emociones. Algunos investigadores sugieren que la inteligencia emocional puede aprenderse y reforzarse, mientras que otros afirman que es una característica innata[cita requerida].

  Malu se emociona en la voz

Se han desarrollado varios modelos para medir la IE. El modelo de rasgos, desarrollado por Konstantinos V. Petrides en 2001, se centra en el autoinforme de las disposiciones conductuales y las capacidades percibidas[4] El modelo de capacidades, desarrollado por Peter Salovey y John Mayer en 2004, se centra en la capacidad del individuo para procesar la información emocional y utilizarla para desenvolverse en el entorno social[5] El modelo original de Goleman puede considerarse ahora un modelo mixto que combina lo que desde entonces se ha modelado por separado como IE de capacidades y IE de rasgos. Las investigaciones más recientes se han centrado en el reconocimiento de las emociones, que se refiere a la atribución de estados emocionales basados en observaciones de señales visuales y auditivas no verbales[6][7] Además, los estudios neurológicos han tratado de caracterizar los mecanismos neurales de la inteligencia emocional[8][9].

Habilidades sociales

La Inteligencia Emocional (IE) es la capacidad de gestionar las propias emociones y de comprender las de las personas que nos rodean. La IE consta de cinco elementos clave: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales. Las personas con una alta IE pueden identificar cómo se sienten, qué significan esos sentimientos y cómo esas emociones afectan a su comportamiento y, a su vez, a otras personas. Es un poco más difícil “gestionar” las emociones de otras personas: no se puede controlar cómo se siente o se comporta otra persona. Pero si puede identificar las emociones que hay detrás de su comportamiento, podrá entender mejor de dónde vienen y cómo interactuar mejor con ellos.

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Una alta IE coincide con unas fuertes habilidades interpersonales, especialmente en las áreas de gestión de conflictos y comunicación, habilidades cruciales en el lugar de trabajo. Los empleados que pueden autorregular sus emociones suelen ser capaces de evitar tomar decisiones impulsivas: piensan objetivamente antes de actuar. Operar con empatía y comprensión es una parte fundamental del trabajo en equipo; ser capaz de atribuir el comportamiento de alguien a una emoción subyacente le ayudará a gestionar las relaciones y hacer que los demás se sientan escuchados. A nivel individual, ser consciente de tus sentimientos es el primer paso para no dejar que esos sentimientos te controlen. Reconocer cómo te sientes y por qué te ayudará a sentarte con esos sentimientos y a avanzar de forma productiva.

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