Sabiduria justicia fortaleza templanza

Sabiduria justicia fortaleza templanza

Ética de la virtud

Las virtudes cardinales son las virtudes fundamentales en las que se basan las demás virtudes. El término “cardinal” deriva de la palabra Cardo. Cardo” significa una bisagra o un gancho que sostiene la puerta y sobre el que ésta gira. Las virtudes cardinales se definen como un grupo de virtudes tales que no pueden derivarse unas de otras y todas las demás virtudes pueden derivarse de ellas o mostrarse como formas de las mismas.

Schopenhauer consideraba la benevolencia y la justicia como virtudes cardinales. Las virtudes comúnmente reconocidas como el amor, el valor, la bondad, la templanza, la honestidad y la gratitud pueden derivarse de las virtudes cardinales. El cristianismo tiene siete virtudes cardinales, tres de las cuales -la fe, la esperanza y la caridad (el amor)- son virtudes teologales. Cuatro virtudes -la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia- son virtudes humanas.

Virtudes cardinales

Las virtudes cardinales son cuatro virtudes de la mente y el carácter tanto en la filosofía clásica como en la teología cristiana. Son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Forman una teoría de las virtudes de la ética. El término cardinal viene del latín cardo (bisagra);[1] las virtudes se llaman así porque se consideran las virtudes básicas necesarias para una vida virtuosa.

Estos principios provienen inicialmente de Platón en el libro IV de la República, 426-435.[a] Aristóteles los expuso sistemáticamente en la Ética Nicomaquea. También fueron reconocidos por los estoicos. Cicerón las amplió, y Ambrosio, Agustín de Hipona y Tomás de Aquino[2] las adaptaron al tiempo que ampliaban las virtudes teologales.

  Trono de la sabiduria

Platón identificó las cuatro virtudes cardinales con las clases de la ciudad descritas en La República, y con las facultades del hombre. Platón narra una discusión sobre el carácter de una buena ciudad en la que se acuerda lo siguiente.

La templanza[b] era común a todas las clases, pero se asociaba principalmente a las clases productoras, los agricultores y artesanos, y a los apetitos animales, a los que no se asignaba ninguna virtud especial. La fortaleza se asignaba a la clase guerrera y al elemento animoso del hombre. La prudencia se asignaba a los gobernantes y a la razón. La justicia se sitúa fuera del sistema de clases y de las divisiones del hombre, y rige la relación adecuada entre las tres.

Las siete virtudes celestiales

“Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todos los esfuerzos; de ahí que el amor se mantenga íntegro e incorrupto mediante la templanza. Ninguna desgracia puede perturbarlo y esto es la fortaleza. Sólo obedece a Dios y esto es la justicia y es cuidadoso en el discernimiento de las cosas para no ser sorprendido por el engaño o la astucia y esto es la prudencia.” [San Agustín, De moribund eccl.1, 25, 46: PL 32, 1330-1331 y CCC 1809]

  Frases de sabiduria del amor

El énfasis en el ayuno, la limosna, la negación de sí mismo y las prácticas penitenciales de la Cuaresma han dado paso a la celebración de la mayor y más antigua fiesta cristiana conocida como la Pascua. Esta fiesta de las fiestas, solemnidad de las solemnidades, nos hace pasar del luto al regocijo, porque es evidente que la resurrección de Jesús ha demostrado que es el vencedor de la propia muerte. ¿Y quién más que Dios puede reclamar esa victoria? Si Jesús no hubiera resucitado, nuestra fe sería realmente vana. [1 Corintios 15:14]. Pero, ¿has preguntado alguna vez el nombre de la fuerza interior que permitió a Jesús soportar todas las injusticias -por nuestro bien- en lugar del suyo?

Virtudes

1805 – Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental y por ello se denominan “cardinales”; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. “Si alguien ama la justicia, los trabajos [de la Sabiduría] son virtudes; porque ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza”.64

1806 – La prudencia es la virtud que dispone a la razón práctica a discernir nuestro verdadero bien en cada circunstancia y a elegir los medios adecuados para alcanzarlo; “el hombre prudente mira hacia dónde va “65… La prudencia es “la recta razón en la acción”, escribe Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles.67 No debe confundirse con la timidez o el miedo, ni con la doblez o el disimulo.

  Minerva diosa de la sabiduria

1807 – La justicia es la virtud moral que consiste en la voluntad constante y firme de dar lo que corresponde a Dios y al prójimo. La justicia hacia Dios se llama la “virtud de la religión”. … El hombre justo, mencionado a menudo en las Sagradas Escrituras, se distingue por el recto pensar habitual y la rectitud de su conducta hacia el prójimo. “No serás parcial con el pobre ni deferirás con el grande, sino que con justicia juzgarás a tu prójimo”.68

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