¿Qué es el maltrato y la negligencia infantil? Tipos y síntomas
Es importante saber cómo responder, y las pruebas sugieren que las siguientes intervenciones pueden ser eficaces para los niños y jóvenes. Si es posible, ofrezca una opción y explique en qué consiste cada intervención y cómo cree que puede ayudar. No todas las intervenciones son adecuadas para todos, y la elección debe basarse en una evaluación detallada.
Mejorar la crianza; ayudar al acogedor o padre adoptivo a entender el comportamiento del niño; responder positivamente a los sentimientos del niño; gestionar sus propios sentimientos y comportarse de forma que no asuste al niño.
10 estrategias para superar el abandono infantil
Con más de 3 millones de casos de abuso infantil denunciados anualmente en los Estados Unidos y probablemente muchos más casos sin denunciar, los trabajadores sociales se enfrentan a una lista de clientes a menudo desalentadora de niños y adultos que son o han sido víctimas de abuso y negligencia. Si no se tratan, las posibilidades de que estas personas lleven una vida cargada de abuso de sustancias, encarcelamiento, embarazos no deseados y futuras afecciones psicológicas se multiplican en muchos grados.
Sin embargo, en las dos últimas décadas, los investigadores han hecho grandes avances en el desarrollo de métodos para tratar a las víctimas y supervivientes del maltrato infantil, incluyendo terapias que funcionan tan bien (y en algunos casos mejor) con los niños como con los adultos. Uno de los tratamientos más exitosos es el de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR), un proceso terapéutico que utiliza movimientos oculares, sonidos y movimientos repetitivos para ayudar a los clientes a procesar y aceptar los recuerdos traumáticos con mayor rapidez que la terapia verbal. Y como muchos niños y algunos adultos son incapaces de verbalizar las experiencias traumáticas, la EMDR puede proporcionar a menudo el avance que las terapias más tradicionales no consiguen.
Curar a los adultos supervivientes de abusos infantiles | Fire-Brown
A menudo podemos infravalorar la importancia de nuestras experiencias infantiles. También podemos subestimar el efecto que las experiencias de la infancia tienen en nosotros cuando nos convertimos en adultos. La infancia constituye el pilar sobre el que construimos nuestra personalidad. Es nuestra forma de entender el mundo que nos rodea, nuestras relaciones, sentimientos y pensamientos.Los traumas infantiles ocurren con más frecuencia de lo que creemos. Según una investigación de los CDC, se calcula que más del 60 por ciento de los adultos estadounidenses han sufrido un trauma. Cuando somos niños pequeños, no solemos tener una comprensión clara de lo que está ocurriendo y de cómo puede tener un efecto traumático en nosotros al crecer. Pero en realidad, estamos constantemente expuestos a la posibilidad de un evento traumático. Cuando somos adultos podemos llegar a comprender el efecto potencial que tiene sobre nosotros. También podemos evaluar cómo un terapeuta profesional puede ayudarnos a superarlo.Para entender qué es el trauma infantil y cómo puede afectarnos, empecemos por el principio.
El trauma infantil se produce cuando los niños están expuestos a acontecimientos angustiosos o emocionalmente dolorosos. Esto puede incluir acontecimientos como la muerte real o la amenaza de muerte, las lesiones graves o la violencia sexual. El trauma infantil no sólo se produce cuando un niño experimenta un acontecimiento en sí mismo, sino también cuando se le expone a acontecimientos traumáticos.
Niños, violencia y traumas: tratamientos que funcionan
Aunque hay algunas pruebas de la eficacia de otras modalidades,1 la terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma demuestra la mayor base de pruebas para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático en niños traumatizados muy pequeños2 y el tratamiento del abuso sexual, la exposición a la violencia doméstica y el TEPT relacionado con la polivictimización en niños mayores.3,4 Además, las terapias cognitivo-conductuales centradas en el trauma han demostrado ser eficaces en niños traumatizados con afecciones no relacionadas con el TEPT, como problemas de conducta,5 trastornos de ansiedad y síntomas depresivos.6 En el caso de los niños más pequeños, las terapias centradas en la mejora de la díada padre-hijo, como la Psicoterapia Padre-Hijo y la Terapia de Interacción Padre-Hijo, han demostrado ser eficaces en niños expuestos a violencia doméstica severa7 , así como a múltiples acontecimientos vitales estresantes8 y a abusos físicos.9,10 Las terapias de grupo basadas en la escuela han conseguido reducir los síntomas de estrés postraumático y depresión11 , así como mejorar el rendimiento académico12 entre los niños expuestos a la violencia.