El estado empírico de la terapia cognitivo-conductual una revisión de los meta-análisis
Terapia cognitivo-conductualEl triángulo en el centro representa el principio de la TCC de que todas las creencias básicas de los seres humanos pueden resumirse en tres categorías: yo, otros, futuro.CIE-10-PCSGZ58ZZZMeSHD015928[editar en Wikidata]
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una intervención psicosocial[1][2] que tiene como objetivo reducir los síntomas de varias condiciones de salud mental, principalmente la depresión y los trastornos de ansiedad[3] La TCC se centra en desafiar y cambiar las distorsiones cognitivas (como pensamientos, creencias y actitudes) y sus comportamientos asociados para mejorar la regulación emocional[2][4] y desarrollar estrategias personales de afrontamiento que se dirigen a resolver los problemas actuales. Aunque originalmente se diseñó para tratar la depresión, sus usos se han ampliado para incluir el tratamiento de muchas condiciones de salud mental, incluyendo la ansiedad,[5][6] los trastornos por uso de sustancias, los problemas matrimoniales y los trastornos alimentarios[7][8][9] La TCC incluye una serie de psicoterapias cognitivas o conductuales que tratan psicopatologías definidas utilizando técnicas y estrategias basadas en la evidencia[10][11][12].
Una crítica a las bases teóricas de las teorías y terapias cognitivo-conductuales
El Dr. Geraghty, del Centro de Atención Primaria de la Universidad de Manchester, dirigió un equipo de expertos internacionales -de las universidades estadounidenses de Harvard, Berkeley y DePaul- y se dedicó a revisar el modelo cognitivo-conductual del SFC/EM; tanto la teoría que lo acompaña como todas las pruebas que dicen validarlo.
El síndrome de fatiga crónica/encefalomielitis miálgica es una enfermedad debilitante que tiene un gran impacto en la vida de quienes la padecen. Un modelo cognitivo-conductual intenta explicar la aparición y la persistencia de la enfermedad con la hipótesis de que ésta se perpetúa por las creencias irracionales y los comportamientos de evitación de los pacientes. Esta teoría sustenta la promoción de la terapia cognitivo-conductual, un tratamiento que pretende cambiar las creencias y los comportamientos. Este artículo informa sobre una revisión detallada del modelo cognitivo-conductual. Nuestra revisión concluye que el modelo carece de apoyo probatorio de alta calidad, entra en conflicto con los relatos de la mayoría de los pacientes y no da cuenta de la acumulación de pruebas biológicas de anormalidades patológicas y fisiológicas encontradas en los pacientes. Hay poca credibilidad científica en la afirmación de que las terapias psicoconductuales son un tratamiento primario para esta enfermedad.
Crítica a la terapia
La terapia cognitivo-conductual puede ser una herramienta terapéutica para ayudar a las personas que sufren trastornos mentales y adicciones. Como resultado de su naturaleza simple, fácil y práctica (cambiar los pensamientos en el aquí y ahora), tanto los individuos como los terapeutas se jactan de sus enormes beneficios.
Esta es la tercera parte de una serie de tres artículos sobre esta terapia. La TCC se considera una terapia separada y distinta de la hipnosis, aunque muchos terapeutas profesionales tienen ambas en su caja de herramientas para situaciones y clientes particulares.
La TCC puede utilizarse tanto en sesiones individuales como en grupos de apoyo. Algunas personas obtienen mejores resultados cuando asisten a grupos de apoyo basados en la TCC, ya que se reúnen con otras personas con trastornos y preocupaciones similares que las validan, y pueden ver los progresos de los demás y recibir asesoramiento grupal.
En primer lugar, ayuda a enseñar a los individuos a asumir un sentido de auto-empoderamiento, es decir, asumir la responsabilidad de pensar los pensamientos que conducen a los sentimientos que están experimentando. La TCC afirma que los pensamientos conducen a los sentimientos.
Terapia cognitivo-conductual pdf
Lo que sigue en los próximos posts es un largo ensayo sobre la TCC como la fuerza dominante dentro de la psicología aplicada, y su lugar como una ideología que apoya diversas prácticas de dominación.La longitud de este ensayo es inmanejable para un formato de blog, por lo que he dividido la pieza en sub-secciones, que voy a publicar uno a la vez, antes de montar finalmente la pieza en forma de pdf. Como siempre, el debate es bienvenido.
La amplia influencia de la TCC ha hecho que algunos la consideren evidentemente “científica”, “validada empíricamente” y, sobre todo, eficaz a un coste relativamente bajo. Este punto de vista está necesariamente en desacuerdo con los tratamientos más lentos y no directivos, incluido el mío, es decir, el psicoanálisis. Cuando se trata de las entidades mencionadas -académicos, terceros pagadores y reguladores- no hay que imaginar que una serie de opciones de tratamiento coexisten armoniosamente en algún mercado terapéutico. Por el contrario, el predominio de la TCC se produce a expensas de todo lo demás, y muchos de los partidarios de la TCC piden activamente que se regulen otros tratamientos. El psicoanálisis, en particular, parece despertar una ira que raya en lo irracional, y que debería llevar a cualquier buen psicólogo a preguntarse si hay algo sintomático en marcha.