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El agua está formada por 2 átomos de hidrógeno y 1 átomo de oxígeno (Figura 3.1 “La molécula de agua”). El cuerpo humano está formado principalmente por agua. Un adulto está formado por entre 37 y 42 litros de agua, lo que equivale a unos 40 kilos. Afortunadamente, los seres humanos tienen tejidos compartimentados; de lo contrario, ¡podríamos parecer un globo de agua! Los recién nacidos tienen aproximadamente un 70% de agua. Los hombres adultos suelen tener un 60% de agua y las mujeres un 55%. (Esta diferencia de género refleja las diferencias en el contenido de grasa corporal, ya que la grasa corporal prácticamente no contiene agua. Esto también significa que si una persona gana peso en forma de grasa, el porcentaje de contenido total de agua corporal disminuye). A medida que envejecemos, el contenido total de agua corporal también disminuye, de modo que cuando llegamos a los ochenta años el porcentaje de agua en nuestro cuerpo ha disminuido a alrededor del 45%. ¿Tiene la pérdida de agua corporal algún papel en el proceso de envejecimiento? Por desgracia, nadie lo sabe. Pero sí sabemos que la deshidratación acelera el proceso de envejecimiento, mientras que mantenerse hidratado disminuye los dolores de cabeza, los dolores musculares y los cálculos renales. Además, un estudio realizado en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle descubrió que las mujeres que bebían más de cinco vasos de agua al día tenían un riesgo significativamente menor de desarrollar cáncer de colon[1].
Balance de fluidos y electrolitos slideshare
El agua constituye aproximadamente el 60% del peso corporal total de un adulto. Desempeña un papel fundamental en muchas funciones corporales, como las reacciones químicas, el control de la temperatura corporal, el mantenimiento del volumen sanguíneo, la lubricación y la protección. El agua también sirve como disolvente y medio de transporte. Los electrolitos son los que ayudan a distribuir y mover el agua por todo el cuerpo. Los electrolitos son minerales del cuerpo con carga eléctrica, como el sodio, el cloruro, el potasio, el calcio, el fosfato y el magnesio. En este capítulo se repasarán las funciones del agua y los electrolitos, la importancia del equilibrio de los líquidos y las consecuencias de su alteración.
El agua se denomina “disolvente universal” porque en ella se disuelven más sustancias que en cualquier otro líquido. Las moléculas se disuelven en el agua gracias a la capacidad de las moléculas de hidrógeno y oxígeno de enlazarse libremente con otras moléculas. La acción disolvente del agua permite que las sustancias se transporten más fácilmente. Algunos ejemplos de fluidos corporales que contienen estos solutos son la sangre, la orina, la saliva, la bilis y el jugo pancreático.
Plátano
El desequilibrio electrolítico, o desequilibrio hidroelectrolítico, es una anomalía en la concentración de electrolitos en el cuerpo. Los electrolitos desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento de la homeostasis del organismo. Ayudan a regular la función cardiaca y neurológica, el equilibrio de los fluidos, el suministro de oxígeno, el equilibrio ácido-base y mucho más. Los desequilibrios electrolíticos pueden producirse por el consumo de una cantidad insuficiente o excesiva de electrolitos, así como por la excreción de una cantidad insuficiente o excesiva de electrolitos[cita requerida].
Las alteraciones electrolíticas están implicadas en muchos procesos patológicos y son una parte importante del tratamiento de los pacientes en medicina[2][3] Las causas, la gravedad, el tratamiento y los resultados de estas alteraciones pueden variar mucho en función del electrolito implicado[4] Las alteraciones electrolíticas más graves implican anomalías en los niveles de sodio, potasio o calcio. Otros desequilibrios electrolíticos son menos frecuentes y suelen producirse junto con alteraciones electrolíticas importantes. El riñón es el órgano más importante a la hora de mantener un equilibrio adecuado de líquidos y electrolitos, pero también influyen otros factores como los cambios hormonales y el estrés fisiológico[3].
Qué causa el desequilibrio electrolítico
Los electrolitos son minerales del cuerpo que tienen carga eléctrica. Se encuentran en la sangre, la orina y los fluidos corporales. Mantener el equilibrio correcto de electrolitos ayuda a la química de la sangre, la acción muscular y otros procesos del cuerpo. El sodio, el calcio, el potasio, el cloro, el fosfato y el magnesio son electrolitos. Los obtienes de los alimentos que comes y de los líquidos que bebes.
Los niveles de electrolitos en el cuerpo pueden ser demasiado bajos o demasiado altos. Esto puede ocurrir cuando la cantidad de agua en el cuerpo cambia, causando deshidratación o sobrehidratación. Las causas son algunos medicamentos, vómitos, diarrea, sudoración o problemas renales. Los problemas más frecuentes se dan en los niveles de sodio, potasio o calcio.