Dificultad para regular las emociones
Sus padres pueden acabar descubriendo lo que hicieron y el niño, con toda probabilidad, acabará enfrentándose a las mismas consecuencias que intentaba evitar. En este caso, escuchar y responder a la emoción “miedo” resultó inútil para el niño.
Sin embargo, la misma emoción (el miedo) habría resultado útil para alguien que fuera perseguido por un animal salvaje en el bosque. En esa situación, correr para evitar enfrentarse a la bestia salvaje habría sido la decisión correcta.
Por lo tanto, es crucial juzgar cuándo confiar en los desencadenantes emocionales y actuar en consecuencia, y cuándo no; en otras palabras, es esencial que entendamos cómo regular o controlar nuestras emociones para poder utilizarlas de forma óptima.
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Autorregulación svenska
Las emociones son una parte normal de la vida cotidiana. Nos sentimos frustrados cuando estamos atrapados en el tráfico. Nos sentimos tristes cuando echamos de menos a nuestros seres queridos. Podemos enfadarnos cuando alguien nos decepciona o hace algo que nos perjudica.
Aunque esperamos sentir estas emociones con regularidad, algunas personas empiezan a experimentar emociones que son más volátiles. Sienten subidas y bajadas, y estos picos y valles empiezan a afectar a sus vidas. Los individuos que experimentan emociones intensas pueden encontrarse tranquilos en un momento y luego tristes o enfadados al siguiente.
Aunque cualquiera de nosotros puede tener momentos en los que nuestras emociones se descontrolan, a algunas personas les ocurre con regularidad. Sus emociones, que cambian rápidamente, pueden hacer y decir cosas de las que luego se arrepienten. Pueden dañar las relaciones o perjudicar su credibilidad ante los demás.
Puede haber varias razones para que alguien pierda el control de sus emociones. Pueden estar genéticamente predispuestos a estos cambios rápidos. Puede que nunca hayan visto un buen modelo de regulación emocional ni hayan aprendido las habilidades necesarias. Pueden perder el control cuando experimentan desencadenantes de situaciones negativas que sucedieron en el pasado. También puede haber cambios físicos que hagan que una persona pierda el control de sus emociones, como el agotamiento o una bajada de azúcar en sangre.
El modelo modal de regulación de las emociones
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La autorregulación es la capacidad de controlar el comportamiento, las emociones y los pensamientos propios en la búsqueda de objetivos a largo plazo. Más concretamente, la autorregulación emocional se refiere a la capacidad de gestionar las emociones e impulsos perturbadores, es decir, de pensar antes de actuar.
Conducido por la editora en jefe y terapeuta Amy Morin, LCSW, este episodio del Podcast The Verywell Mind, con el actor Skyh Black, comparte cómo abrazar los sentimientos incómodos, en lugar de reprimirlos. Haga clic abajo para escuchar ahora.
Tu capacidad de autorregulación como adulto tiene sus raíces en tu infancia. Aprender a autorregularse es una habilidad importante que los niños aprenden tanto para la madurez emocional como, más adelante, para las conexiones sociales.
En una situación ideal, un niño pequeño que hace berrinches se convierte en un niño que aprende a tolerar los sentimientos incómodos sin hacer un berrinche, y más tarde en un adulto que es capaz de controlar los impulsos de actuar basados en sentimientos incómodos.
Regule sus sentimientos
El desarrollo de la autorregulación, como muchos elementos del desarrollo y el aprendizaje, no es algo que los niños hagan por sí mismos. Se trata de un proceso que surge de unas relaciones armonizadas en las que el cuidador y el bebé o el niño están muy atentos el uno al otro y participan en intercambios sensibles y receptivos.
No existe una definición única de autorregulación, ya que algunos de sus aspectos se denominan de muchas maneras, como el control de los impulsos, el control del comportamiento, la competencia emocional, la autodirección y la función ejecutiva. Aunque existen otros ámbitos, como la autorregulación biológica (por ejemplo, los bebés desarrollan su capacidad para regular la temperatura corporal y reconocer sensaciones corporales como el hambre), puede resultar más útil centrarse en los aspectos interrelacionados de la autorregulación emocional y la autorregulación cognitiva, y en cómo éstos funcionan conjuntamente para permitir a los niños gestionar sus pensamientos, sentimientos y comportamientos.
La autorregulación implica el desarrollo de la capacidad de los niños para regular sus emociones, pensamientos y comportamientos para permitirles actuar de forma positiva hacia un objetivo. El rápido desarrollo del cerebro que tiene lugar en la primera infancia allana el camino para el crecimiento de la autorregulación, que se desarrolla tanto a través de la maduración de los sistemas neuronales del cerebro como de las oportunidades de practicar. La autorregulación se desarrolla continuamente hasta la edad adulta, y en la adolescencia se produce un mayor desarrollo de la misma. La autorregulación se considera hoy en día de vital importancia para el desarrollo de los niños pequeños, ya que predice el éxito posterior de los niños en sus relaciones con los demás y en su aprendizaje, al tiempo que favorece la salud mental y física a lo largo de toda la vida.