La esclerosis múltiple y los arrebatos de ira
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad del sistema nervioso que afecta al cerebro y a la médula espinal. Daña la vaina de mielina, el material que rodea y protege las células nerviosas. Este daño ralentiza o bloquea los mensajes entre el cerebro y el cuerpo, lo que provoca los síntomas de la EM. Estos pueden incluir:
No se sabe qué causa la EM. Puede ser una enfermedad autoinmune, que se produce cuando el sistema inmunitario ataca por error a las células sanas del organismo. La esclerosis múltiple afecta más a las mujeres que a los hombres. Suele empezar entre los 20 y los 40 años. Por lo general, la enfermedad es leve, pero algunas personas pierden la capacidad de escribir, hablar o caminar.
No existe una prueba específica para detectar la EM. Los médicos utilizan una historia clínica, un examen físico, un examen neurológico, una resonancia magnética y otras pruebas para diagnosticarla. No hay cura para la EM, pero los medicamentos pueden ralentizarla y ayudar a controlar los síntomas. La fisioterapia y la terapia ocupacional también pueden ayudar.
Etiología y fisiopatología de la esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple (EM) es un trastorno inflamatorio, desmielinizante y neurodegenerativo crónico del sistema nervioso central (SNC) que afecta a la materia blanca y gris del cerebro, la médula espinal y el nervio óptico. La EM es una de las causas más comunes de discapacidad no traumática entre los adultos jóvenes y de mediana edad. Se calcula que los costes sanitarios directos relacionados con la EM ascienden a más de 10.000 millones de dólares anuales en Estados Unidos.1 Como los síntomas de la EM son muy variables y a menudo bastante sutiles, el diagnóstico y el tratamiento han mejorado mucho gracias al uso de la resonancia magnética (RM). Existen terapias que atacan la inflamación y ralentizan la progresión de la enfermedad; por lo tanto, el diagnóstico y el tratamiento tempranos son importantes para limitar el impacto de esta enfermedad potencialmente devastadora. Los enfoques complementarios, como el manejo de los síntomas y las prácticas de estilo de vida saludable, también tienen un papel importante en el cuidado de la EM.
Existen varias formas diferentes de EM. Dado que estas clasificaciones se basan en características clínicas, son empíricas y no reflejan una fisiopatología biológica específica. No obstante, proporcionan un marco organizado para el diagnóstico y el tratamiento a largo plazo. Aproximadamente el 85% de los pacientes presentan un curso de enfermedad remitente-recurrente (EMRR) al inicio, en el que los síntomas aparecen durante varios días o semanas, tras lo cual suelen resolverse espontáneamente.2 Después de que el daño tisular se acumule durante muchos años y alcance un umbral crítico, aproximadamente dos tercios de los pacientes pasan a la EM secundaria progresiva (EMSP), en la que los déficits neurológicos preexistentes empeoran gradualmente con el tiempo. Pueden observarse recaídas durante las primeras fases de la EMSP, pero son poco frecuentes a medida que la enfermedad avanza. Aproximadamente entre el 10% y el 15% de los pacientes tienen manifestaciones que empeoran gradualmente desde el inicio sin recaídas clínicas, lo que se conoce como EM primaria progresiva (EMPP).3 Los pacientes con EMPP tienden a ser mayores, tienen menos anomalías en la RM cerebral y, por lo general, responden con menos eficacia a las terapias estándar de la EM.4
Enfado del cónyuge con esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad desmielinizante inmunomediada del sistema nervioso central (1), que se caracteriza por la destrucción multifocal de la vaina de mielina y la pérdida axonal (2, 3). Los pacientes suelen desarrollar síntomas sensoriomotores, visuales y emocionales, así como un deterioro cognitivo, lo que provoca una discapacidad funcional y una reducción de la calidad de vida (4). La etiología precisa de la EM sigue sin estar clara, y el pronóstico es variable e impredecible.
Un aspecto fundamental de la cognición social, la empatía, se refiere a la capacidad de comprender e identificar los estados mentales de los demás, así como la capacidad de compartir los sentimientos de los demás (20). Se trata de un constructo complejo con múltiples componentes, que suelen incluir dominios afectivos y cognitivos. La empatía emocional se describe como “siento tus sentimientos” y puede considerarse como empatía primitiva, mientras que la empatía cognitiva se refiere a “entiendo tus sentimientos” y puede considerarse como empatía avanzada (21-23). Esto es significativo en la práctica clínica, ya que cualquier déficit en la empatía cognitiva o afectiva puede conducir a reacciones emocionales atípicas, pero las implicaciones del tratamiento clínico difieren (20, 24). Recientemente, varios estudios han evaluado los déficits de empatía en pacientes con EM con resultados inconsistentes. Por ejemplo, Realmuto et al. (25) y van der Hiele et al. (26) no encontraron diferencias entre los pacientes con EM y los controles sanos (HC) en términos de empatía, mientras que Kraemer et al. (27) encontraron un deterioro moderado de la empatía en pacientes con EM en comparación con los HC. Estos hallazgos inconsistentes pueden estar relacionados con la baja potencia estadística, ya que muchos de estos estudios inscribieron tamaños de muestra pequeños. Para responder a preguntas clínicas importantes, se necesita un meta-análisis cuantitativo para probar la magnitud y la importancia de la empatía en la EM para aumentar la potencia estadística y refinar las conclusiones derivadas de los resultados inconsistentes de los estudios anteriores.
Síntomas psiquiátricos de la esclerosis múltiple
La ansiedad y la depresión son comunes en las personas con esclerosis múltiple (EM), pero faltan datos sobre la comunicación emocional durante las consultas de EM. Se evaluaron las expresiones de emoción de los pacientes y las respuestas de los neurólogos durante las primeras consultas de EM utilizando las Definiciones de Codificación de Secuencias Emocionales de Verona (VR-CoDES).
Aplicamos la VR-CoDES a las grabaciones/transcripciones de 88 consultas ambulatorias (10 neurólogos, cuatro centros italianos de EM). Antes de la consulta, los pacientes completaron la Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HADS). Se realizó un análisis secuencial multinivel sobre el número de claves/preocupaciones expresadas por los pacientes y la proporción de respuestas de espacio reducido por parte de los neurólogos.
Los pacientes expresaron 492 pistas y 45 preocupaciones (mediana de 4 pistas y 1 preocupación por consulta). Los indicios más comunes fueron las insinuaciones verbales de preocupaciones ocultas (indicio tipo b, 41%) y las referencias a acontecimientos vitales estresantes (tipo d, 26%). Las variables asociadas de forma independiente con el número de indicios/preocupaciones fueron: la ansiedad (puntuación HADS-Ansiedad >8) (ratio de riesgo de incidencia, IRR 1,08, IC 95% 1,06-1,09; p<0. 001); edad del paciente (IRR 0,98, IC 95% 0,98-0,99; p<0,001); edad del neurólogo (IRR 0,94, IC 95% 0,92-0,96; p=0,03); y consulta de segunda opinión (IRR 0,72, IC 95% 0,60-0,86; p=0,007). Los neurólogos reaccionaron a las emociones de los pacientes reduciendo el espacio (cambiando de tema, no haciendo caso, dando consejos médicos) para el 58% de las señales y el 76% de las preocupaciones. La ansiedad fue la única variable significativamente asociada a las respuestas de “reducir el espacio” (odds ratio 2,17; IC del 95%: 1,32-3,57; p=0,003).