Los animales tienen sentimientos o emociones

Los animales tienen sentimientos o emociones

Emociones animales

Muchos humanos sienten amor y empatía hacia los animales, pero ¿los animales que tanto nos importan sienten lo mismo por nosotros? ¿Y los demás? La investigación científica respalda la idea de las emociones en los animales. De hecho, los investigadores han observado empatía en ellos, así como pena, miedo y otras emociones complejas que suelen asociarse principalmente con los humanos.

Considerar a los animales como nuestros iguales emocionales no es un fenómeno nuevo. Pitágoras, un antiguo filósofo y matemático que vivió hasta el 490 a.C., creía que los animales poseían toda la gama de emociones humanas. Algo más recientemente, Charles Darwin escribió: “No hay ninguna diferencia fundamental entre el hombre y los mamíferos superiores en las instalaciones mentales”. Hoy en día, las investigaciones actuales apoyan la idea de que al menos algunos animales experimentan una variedad de emociones, como el miedo, la alegría, la felicidad, la vergüenza, la rabia, la compasión, el respeto y otras.

El Dr. Marc Bekoff, profesor y autor de numerosos ensayos sobre los derechos de los animales y su conservación, declaró: “Los animales no humanos son seres increíbles.  Cada día aprendemos más sobre sus fascinantes capacidades cognitivas, emocionales y morales. Sabemos que los peces son conscientes y sintientes, las ratas, los ratones y los pollos muestran empatía y sienten no sólo su propio dolor sino también el de otros individuos”.

Conciencia animal

Las emociones son una parte esencial de nuestra experiencia del mundo. Los humanos podemos expresar nuestras emociones diciéndoles a los demás cómo nos sentimos, pero ¿qué pasa con los animales? ¿Cómo podemos saber si experimentan emociones y, si lo hacen, cuáles? Cuando pensamos en los animales que están bajo el cuidado de los humanos, no sólo es científicamente interesante, sino también éticamente importante entender cómo experimentan estos animales sus mundos. En los últimos 20 años, los investigadores han avanzado considerablemente al identificar formas de evaluar las emociones en los animales. Por ejemplo, los investigadores pueden observar las expresiones faciales de los animales, grabar sus vocalizaciones o medir procesos corporales como los cambios en los latidos del corazón o las concentraciones de hormonas en la sangre. Esta información puede ayudarnos a saber más sobre los sentimientos de los animales, por qué y cómo han evolucionado las emociones, y qué compartimos nosotros, como humanos, con los animales en nuestra experiencia emocional del mundo que nos rodea.

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Las emociones desempeñan un papel fundamental en nuestras vidas. Pero si nos preguntan, puede que nos resulte difícil describir qué es realmente una emoción. Es difícil saber cuántas emociones diferentes hay, o si todo el mundo experimenta ciertas emociones de la misma manera. Lo que sí sabemos con certeza es que las emociones surgen de la actividad de las células nerviosas en varias partes del cerebro. Las emociones pueden describirse como agradables (positivas) o desagradables (negativas) y más o menos excitantes, lo que hace referencia a la intensidad de la emoción [1]. Cuando experimentamos emociones, éstas suelen ir ligadas a cambios en nuestro comportamiento y en nuestra fisiología, es decir, en las funciones de nuestro cuerpo, como los cambios de postura, la presión arterial, la sudoración o los latidos del corazón. Por ejemplo, imagina que ves a un oso acercándose a ti en el bosque. ¿Qué sentirías? Probablemente miedo. La emoción del miedo probablemente iría acompañada de una expresión facial temerosa y un aumento del ritmo cardíaco, y probablemente haría que huyeras.

¿Deben tener los animales los mismos derechos que los humanos?

En un zoo de los Países Bajos, una anciana chimpancé llamada Mama está débil y moribunda. El anciano profesor de biología Jan van Hooff, que conoce a la primate desde hace cuatro décadas, entra en el recinto de Mama, algo que suele ser demasiado peligroso, dada la fuerza de los chimpancés y su capacidad para los ataques violentos. En su último y conmovedor encuentro, ella sonríe y se acerca a él, lo abraza y le da palmaditas rítmicas en la nuca y el cuello en un gesto reconfortante que los chimpancés utilizan para calmar a un bebé que gime.

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Como uno de los primatólogos más destacados del mundo, de Waal lleva cuatro décadas observando a los animales y desmontando mitos en torno a las diferencias entre animales y humanos. Su último libro se centra en la vida emocional de los animales y demuestra que los humanos y otros animales pueden ser más parecidos de lo que pensamos.

Al igual que los demás libros de Waal, El último abrazo de mamá está lleno de historias, lo que lo hace muy legible, informativo y emotivo. En otra historia que relata, una hembra joven de la colonia de mamá, Kuif, no podía producir suficiente leche para mantener a sus bebés con vida, así que de Waal le enseñó a alimentar a un bebé adoptado con un biberón. Kuif resultó ser una madre cariñosa y protectora, que aprendió por sí sola a retirar el biberón cuando el bebé necesitaba eructar. Después, cada vez que de Waal se acercaba a Kuif, ésta le colmaba de afecto y de expresiones que parecían realmente de gratitud.

La cuestión de las emociones de los animales

Hace años, creíamos que no éramos animales y que los animales estaban aquí únicamente para nuestro uso. De hecho, una vaca no era más que una hamburguesa andante, un filete o un asado de domingo, que se mantenía fresco y sabroso para cuando tuviéramos hambre.

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Por suerte, para ellos, las cosas han progresado mucho desde entonces y ahora reconocemos que los animales (incluidos nuestros seres humanos “superiores” en esa categoría) pueden experimentar emociones, desde las más sencillas, como la felicidad y la tristeza, hasta las más complejas, como la empatía, los celos y la pena. La sintiencia animal se define como la capacidad de sentir, percibir y experimentar subjetivamente. En otras palabras, se trata de emociones y sentimientos y, en algunos aspectos, de tener conciencia de que “tú eres tú”.

De hecho, las pruebas científicas de que los animales son sintientes son enormes, tan claras que tres científicos leyeron 2.500 artículos que estudiaban la sintiencia en animales no humanos y concluyeron con seguridad que la sintiencia existe.

Si has visto recientemente Planeta Azul II, por ejemplo, habrás visto las imágenes de una ballena piloto cargando con su cría muerta. Para la mayoría de los humanos, esto demuestra claramente una forma de duelo, sobre todo por los cambios de comportamiento en la manada familiar más amplia.

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