Cerebro límbico frente a cerebro racional
Según un nuevo y radical modelo de las emociones en el cerebro, un tratamiento actual para los problemas de salud mental más comunes podría ser ineficaz o incluso perjudicial para cerca del 50% de la población.
Desde la década de 1970, cientos de estudios han sugerido que cada hemisferio del cerebro alberga un tipo específico de emoción. El sistema neural de las emociones vinculadas al acercamiento y al compromiso con el mundo -como la felicidad, el orgullo y la ira- vive en el lado izquierdo del cerebro, mientras que las emociones asociadas a la evitación -como el asco y el miedo- se alojan en el derecho.
Pero esos estudios se realizaron casi exclusivamente en personas diestras. Según Daniel Casasanto, profesor asociado de Desarrollo Humano y de Psicología, este simple hecho nos ha dado una idea sesgada de cómo funcionan las emociones en el cerebro.
De hecho, ese modelo tan antiguo se invierte en las personas zurdas, cuyas emociones, como el estado de alerta y la determinación, se alojan en el lado derecho del cerebro, sugiere Casasanto en un nuevo estudio. Y lo que es más radical: la ubicación de los sistemas neuronales de las emociones de una persona depende de si es zurda, diestra o un punto intermedio, según la investigación.
Cerebro racional frente a cerebro emocional
La elección de una cita con el médico o de abrocharse el cinturón de seguridad no parecen tareas emocionales, pero un nuevo estudio sugiere que, de hecho, las personas utilizan la parte emocional del cerebro para tomar decisiones racionales. Los resultados, presentados ayer en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica, refuerzan la idea de que las partes emocional y racional del cerebro pueden coincidir más de lo que se pensaba.
Dean Shibata, de la Universidad de Washington, planteó una serie de preguntas personales e impersonales a 11 sujetos de prueba, pidiéndoles que reflexionaran durante unos segundos mientras los escáneres de IRM medían su actividad cerebral. “El objetivo era comprobar la hipótesis de que cuando las personas toman decisiones que afectan a su propia vida, utilizan partes emocionales del cerebro, aunque la tarea en sí no parezca emocional”, explica Shibata. En el caso de la decisión sobre el cinturón de seguridad, por ejemplo, “parece algo muy racional”, señala. “Pero también es muy emocional: puedes imaginar que vas a morir, que puedes golpearte la cabeza con el parabrisas, si no te pones el cinturón de seguridad”. Resulta que las personas que tomaban este tipo de decisiones racionales llamadas personales mostraban actividad en el lóbulo frontal ventromedial, la parte del cerebro que gobierna la emoción. En cambio, los que pensaban de forma impersonal sobre, por ejemplo, los costes financieros comparativos de dos acontecimientos, no mostraban esa actividad cerebral.
Cerebro emocional
El concepto de “inteligencia emocional” surgió en los años 90, cuando Peter Salovey y John D. Mayer empezaron a investigar para entender las medidas y el significado de la inteligencia emocional. La describieron como “una forma de inteligencia social que implica la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios y ajenos, de discriminar entre ellos y de utilizar esta información para guiar el pensamiento y la acción”.
Su teoría de la Inteligencia Emocional fue estudiada más a fondo por Daniel Goleman, que era un psicólogo formado en Harvard, y luego vino el primer libro escrito sobre la Inteligencia Emocional en 1995 por él. Goleman sostenía que no era la inteligencia cognitiva la que garantizaba el éxito empresarial, sino la inteligencia emocional. Describió a las personas emocionalmente inteligentes como aquellas con cuatro características:
Para complementar el trabajo de Goleman, Chris Golis, utilizó las investigaciones sobre el temperamento para proporcionarnos ese modelo científico que faltaba, que se llama el modelo 7MTF (7 Motivational/temperament factors). La evaluación se basó en las últimas investigaciones y en el modelo científico de temperamento y emoción más respetado en ese momento. Proporciona la información que necesitas para aumentar tus cuatro competencias de inteligencia emocional:
Lados del cerebro emocional y racional 2021
Las partes primitivas y emocionales de nuestro cerebro tienen una poderosa influencia en las decisiones que tomamos. Ahora, los neurocientíficos están trazando un mapa de los sistemas de riesgo y recompensa en el cerebro que impulsan nuestra mejor y peor toma de decisiones.
Cuando tomamos decisiones, no siempre tenemos el control. Podemos ser demasiado impulsivos o demasiado reflexivos para nuestro propio bien; en un momento nos dejamos llevar por nuestras emociones y al siguiente nos paraliza la incertidumbre. Entonces sacamos una decisión brillante de la nada y nos preguntamos cómo lo hemos hecho. Aunque no sepamos cómo se toman las decisiones, los neurocientíficos que estudian nuestros cerebros están empezando a entenderlo. Puede que lo que descubran no sea lo que usted quiere oír, pero merece la pena que lo escuche.
Cuanto más se acercan los científicos, más claro queda que nos parecemos a los animales. Tenemos cerebros de perro, básicamente, con una corteza humana pegada encima, un barniz de civilización. Este córtex es un invento evolutivamente reciente que planifica, delibera y decide. Pero no pasa ni un segundo sin que nuestros antiguos cerebros de perro se pongan en contacto con nuestros modernos córtex para influir en sus decisiones -para bien y para mal- y sin que nos demos cuenta.