Comunicación
La inteligencia emocional (IE) ha ido aumentando en las listas de prioridades de los padres durante las últimas décadas. Mientras que las generaciones anteriores se centraban principalmente en los conceptos tradicionales de la inteligencia -como el aprendizaje de los colores, los números y las letras-, ahora estamos empezando a comprender la importancia de criar niños emocionalmente inteligentes. La gestión de las emociones y el sentimiento de empatía son enormemente beneficiosos para el éxito de un niño en sus relaciones, sus estudios y su bienestar general.
A pesar de su notable aparición en el panorama de la educación infantil, la inteligencia emocional puede ser a veces malinterpretada o pasada por alto. Por eso queríamos que los padres y cuidadores conocieran los primeros signos de la inteligencia emocional en los niños pequeños, para poder cuidarlos y fomentarlos. Si tu hijo aún no ha mostrado ninguno de estos signos, no hay razón para preocuparse. El Instituto Gottman, que investiga la inteligencia emocional, explica que hay muchas estrategias que los padres pueden utilizar para empezar a enriquecer la Inteligencia Emocional de su hijo. Recuerda que nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para empezar a fomentar la salud emocional de un niño.
La inteligencia emocional en el desarrollo infantil
Relájate: el secreto de la inteligencia no es lo que crees. Aunque una compleja mezcla de factores genéticos y ambientales contribuye a determinar el coeficiente intelectual de tu pequeño, la influencia más importante es algo que tú controlas: la calidad de los cuidados que le das a tu bebé. El amor y el cuidado de tu bebé son cruciales para una inteligencia óptima, dice el doctor Robert G. Voigt, pediatra del desarrollo de la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota). También es importante que tu hijo participe en actividades que estimulen su cerebro, como las que se enumeran a continuación. Por suerte, ¡son tan divertidas para ti como para él!
1. Charla con él. “Existe una correlación entre el número de palabras que escucha un niño de pequeño y su coeficiente intelectual”, dice la doctora Lise Eliot, autora de ¿Qué pasa ahí dentro? Cómo se desarrollan el cerebro y la mente en los primeros cinco años de vida. Cuanto más le hables, más rico será su vocabulario. Haz que los temas sean sencillos, porque él piensa en términos concretos. Habla de su camión o de su manta, por ejemplo, en lugar de tus próximas vacaciones. Y si intenta comunicarse contigo, elabora el tema (“¡Oh, quieres tu biberón!”).
Inteligencia emocional para niños
La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer y gestionar las emociones, tanto las propias como las de los demás. “Son las habilidades que permiten a los niños establecer relaciones; llevarse bien con los miembros de la familia, los compañeros de clase y los amigos; resolver problemas y aprender a preocuparse por los demás”, dice el doctor Maurice J. Elias, director del Laboratorio de Aprendizaje Social-Emocional de la Universidad de Rutgers.
Una elevada inteligencia emocional es lo que permite a un niño reconocer que se enfada cuando un amigo le quita su juguete sin pedirlo, por ejemplo. También les ayuda a gestionar su respuesta a la situación, en este caso, pidiendo que le devuelvan el juguete en lugar de cogerlo. Ser capaz de identificar sus propias emociones también puede ayudar a los niños a relacionarse mejor con los demás. (“Me sentí triste cuando mi perro se escapó. Harry parece triste por la desaparición de su gato. Le daré un abrazo”).
La importancia de la inteligencia emocional tiene un gran alcance. “Cuando los niños tienen una alta Inteligencia Emocional, está demostrado que les va mejor en la escuela, con los compañeros y con los profesores”, dice Lisa Firestone, doctora en psicología clínica y directora de investigación y educación de la Asociación Glendon, una organización sin ánimo de lucro que realiza y publica investigaciones sobre salud mental. Y establecer la inteligencia emocional ahora puede poner a su hijo por delante más adelante en la vida. Puede darles las herramientas para colaborar bien con supervisores y empleados, permitirles manejar mejor el estrés y potenciar sus habilidades para resolver problemas. En otras palabras, la posibilidad de que su hijo consiga un ascenso dentro de 20 o 30 años podría depender en parte de las lecciones de inteligencia emocional que está aprendiendo en la etapa preescolar.
La enseñanza de la inteligencia emocional
El constructo de inteligencia emocional (IE) se refiere a un grupo de habilidades mentales distintas, en las que los individuos 1) perciben, valoran y expresan emociones; 2) utilizan las emociones para facilitar el pensamiento; 3) comprenden los antecedentes y las consecuencias de las emociones; y 4) regulan las emociones en uno mismo y en los demás.1 Estas habilidades encajan bien con lo que se ha denominado, en la literatura de la psicología del desarrollo, como “competencia emocional” (CE).2 Debido al énfasis en el desarrollo de la literatura de la CE, éste es el término que utilizamos aquí. La CE de los niños pequeños -expresión de emociones útiles, conocimiento de las emociones propias y ajenas, y regulación de su propia expresividad y experiencia emocional y la de los demás cuando es necesario- contribuye a su adaptación social y preacadémica, tanto simultáneamente como a lo largo del tiempo.3-5
Debido a su relación con el éxito social y preacadémico, el tema de la AE en la primera infancia suscita un gran interés; su relevancia para los responsables políticos y los proveedores de servicios de atención infantil, educación infantil y salud mental es cada vez más evidente. Existen tres componentes principales de la AE, con logros específicos durante el periodo de la primera infancia:2