La rueda de las emociones de Plutchik
¿Te has sentido alguna vez feliz, triste, enfadado o con miedo? ¿Qué tal celoso, avergonzado o apenado? Casi todo el mundo tiene estas emociones de vez en cuando, y pueden tener un gran efecto en la forma de pensar y actuar de las personas. Dado que las emociones tienen un efecto tan grande en la vida de las personas, los científicos han dedicado mucho tiempo a intentar comprender cómo funcionan. En este artículo hablaremos de cómo funcionan las emociones. En primer lugar, hablaremos de las causas de las emociones. A continuación, hablaremos de lo que ocurre durante una emoción y de cómo averiguamos qué emociones estamos sintiendo. Por último, hablaremos de cómo podemos cambiar nuestras emociones si nos sentimos mal y queremos sentirnos mejor.
Intenta recordar la última vez que sentiste miedo. ¿Recuerdas en qué pensabas? Los científicos han descubierto que nuestras emociones suelen estar causadas por nuestros pensamientos [1]. Esto significa que dos personas pueden estar en la misma situación, pero pueden sentir emociones diferentes porque tienen pensamientos distintos (véase la Figura 1). Quizá lo hayas notado con tus propios amigos y familiares. Por ejemplo, imagina que dos personas están en casa de un vecino y éste tiene un perro. Una de las personas podría pensar: “Este perro podría hacerme daño” y sentir miedo. Esto puede ocurrir si esa persona nunca ha tenido un perro como mascota. En cambio, la otra persona puede pensar: “¡Qué perro tan bonito!” y sentirse feliz. Esto puede ocurrir si esa persona ha crecido teniendo perros como mascotas. Esto demuestra que, si dos personas han tenido experiencias diferentes, pueden tener pensamientos y emociones diferentes en la misma situación.
Mapas corporales de las emociones
La psicología asumió en su día que la mayoría de las emociones humanas se englobaban en las categorías universales de felicidad, tristeza, ira, sorpresa, miedo y asco. Pero un nuevo estudio del director de la facultad del Centro Científico del Bien, Dacher Keltner, sugiere que hay al menos 27 emociones distintas y que están íntimamente conectadas entre sí.
“Descubrimos que eran necesarias 27 dimensiones distintas, y no seis, para explicar la forma en que cientos de personas informaron de forma fiable de sus sentimientos en respuesta a cada vídeo”, dijo el autor principal del estudio, Keltner, cuyas conclusiones aparecieron recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Además, en contraste con la noción de que cada estado emocional es una isla, el estudio descubrió que “hay gradientes suaves de emoción entre, por ejemplo, el asombro y la tranquilidad, el horror y la tristeza, y la diversión y la adoración”, dijo Keltner.
“Nuestra esperanza es que nuestros hallazgos ayuden a otros científicos e ingenieros a captar con mayor precisión los estados emocionales que subyacen a los estados de ánimo, la actividad cerebral y las señales expresivas, lo que permitirá mejorar los tratamientos psiquiátricos, comprender las bases cerebrales de las emociones y disponer de una tecnología que responda a nuestras necesidades emocionales”, añadió.
Dónde sentimos las emociones
¿Qué estás sintiendo, ahora mismo, al empezar a leer esto? ¿Sientes curiosidad? ¿Esperanza de aprender algo sobre ti mismo? ¿Aburrido porque es algo que tienes que hacer para la escuela y no te interesa mucho, o feliz porque es un proyecto escolar que te gusta? Tal vez estés distraído por otra cosa, como sentirte emocionado por tus planes de fin de semana o triste porque acabas de pasar por una ruptura.
Sentimos nuestras emociones desde que somos bebés. Los bebés y los niños pequeños reaccionan a sus emociones con expresiones faciales o con acciones como reír, abrazar o llorar. Sienten y muestran sus emociones, pero aún no tienen la capacidad de nombrar la emoción o decir por qué se sienten así.
A medida que crecemos, nos volvemos más hábiles para entender las emociones. En lugar de reaccionar como los niños pequeños, podemos identificar lo que sentimos y expresarlo con palabras. Con el tiempo y la práctica, mejoramos en saber lo que sentimos y por qué. Esta habilidad se llama conciencia emocional.
La conciencia emocional nos ayuda a saber lo que necesitamos y queremos (o no queremos). Nos ayuda a establecer mejores relaciones. Y es que ser conscientes de nuestras emociones puede ayudarnos a hablar de los sentimientos con más claridad, a evitar o resolver mejor los conflictos y a superar los sentimientos difíciles con más facilidad.
Mapas corporales de las emociones
En mi libro, Emotion Smarts, escribo sobre estas mismas sensaciones corporales como punto de intervención suave en acontecimientos graves o traumáticos. Al pedirle al cliente que recuerde estos eventos horribles durante apenas 5 secciones, siente la fisicalidad del estrés en el estómago, los hombros, el pecho y otros lugares. Usando las Técnicas de Libertad Emocional (también conocidas como Tapping o Terapia Merediana), el enfoque es únicamente en la manifestación física pidiendo que el evento sea expulsado de la habitación. Cuando lo físico se calma, el terrible recuerdo también se desensibiliza, incluso sin ser abordado directamente.